¿Por qué nos debería de importar la comunicación política?

Por Paulina Santizo

Está de más decir que el ser humano es un animal político. Esta idea aristotélica que engloba todo lo que significa vivir en sociedad siempre me ha parecido muy útil, cuanto menos. Sin embargo, la noción de ser un ente político y social muchas veces suele limitarse únicamente a acciones como intercambios económicos, discusiones, debates políticos, toma de decisiones, etc. A esta idea de animal político se le escapa un elemento básico: la comunicación.

El ejercicio político a toda escala no es ajeno de la necesidad de una buena comunicación para ser efectivo. De nada sirve tener objetivos, principios, valores, una plataforma política armada y una oferta de políticas públicas concisa si no se puede comunicar a los posibles electores. Así, se presenta la necesidad de entender a fondo a la audiencia y tener un discurso adaptable (pero sin perder su esencia) para los distintos grupos objetivos.

Ahora bien, no solo se necesita tener un buen discurso y bases sólidas a quién comunicarlo, sino tener mapeados los distintos actores que se ven involucrados en el proceso político y la adaptación comunicativa que eso conlleva. La estrategia de presentarle un plan de trabajo a un votante indeciso no es la misma que la que se le da a un periodista, por ejemplo. Partidos políticos, votantes (los convencidos y los que no lo están tanto), periodistas, organizaciones civiles, ONGs, funcionarios de gobierno, sector privado, etc; todos tienen su rol específico dentro del proceso y se les debe comunicar estratégicamente según lo que se espera de ellos.

Uno de los mejores ejemplos de una comunicación política efectiva es la campaña del NO en Chile para el plebiscito de 1988 que sacó del poder a Augusto Pinochet. Esta tuvo un reto particular, pues el referéndum estaba hecho de tal manera para que el voto del SI significaba seguir bajo la dictadura militar de Pinochet. Ante esto, la campaña del voto por el NO tuvo que separar la connotación negativa natural de la palabra NO y unificarla a un escenario positivo de democratización y prosperidad.

Este ejemplo (que además pueden ver a todo color en la película NO con Gael García Bernal, donde si no los convenzo yo, de seguro él sí) es perfecto para explicar el por qué la comunicación política es necesaria. Nos debería de importar no solo la base del discurso y lo que ofrecemos, sino también el cómo y a quién vamos a ofrecerlo. Debemos entender que no alcanza con tener propuestas formadas y planes para mejorar las condiciones del país. Se debe tener un plan de comunicación claro, que llegue a las capas de la sociedad que nos interesa y que responda a un objetivo claro: informar, llamar al voto y a la participación.

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