Del exhibicionismo al silencio: por qué ya no queremos compartirlo

Algo ha cambiado en la forma en la que usamos las redes sociales en la actualidad. Lo que antes se veía como una vitrina para mostrarnos al mundo, hoy en día se ha transformado en un espacio que muchos deciden habitar en silencio.

¿Por qué las nuevas generaciones han dejado de compartir? ¿Qué hay detrás de este retiro digital que parece cada vez ser más común? En este artículo exploramos la transformación digital: cómo hemos pasado de la hiperexposición a una presencia más íntima, reflexiva y selectiva en línea.   

Esto es un fenómeno que no podemos leer simplemente como aburrimiento o cansancio, sino como una transformación de la estructura en cómo se relacionan las personas y las redes sociales. Es importante notar que, el entorno digital actual sobrevive en una lógica de rendimiento. Hacer un post ya no es algo casual o espontáneo, es una acción calculada, sujeta al algoritmo, la estética del feed, y la validación de un público detrás de la pantalla. La espontaneidad ha sido reemplazada por curaduría, y con eso ha cambiado el sentimiento que una vez fue auténtico de compartir. Publicar en la actualidad se define por métricas, audiencias, y una expectativa de cómo debe ser el “engagement” o comportamiento del público a la publicación. 

 
 

Espacios públicos y privados colapsados: 

Si lo vemos desde un punto de vista sociotécnico, se puede ver como que el espacio público y el privado han colapsado. Las redes sociales, o es más el cómo se ha llegado a utilizar su algoritmo, no distinguen entre ambas y eso ha generado un desgaste en su público. Cada publicación que una persona individual realiza alcanza a públicos diferentes: familiares, amigos, colegas, extraños y a posibles empleadores todos en un mismo espacio sin el contexto necesario. El resultado es la autocensura, y el cuidado de lo que se dice por medio del juicio externo de estos públicos. Para afrontar este problema, el silencio surge no como una ausencia, sino una forma de autonomía. 

La salud mental, lo más importante: 

Otro punto que se ha tocado mucho en por qué se ha dejado de publicar, es la salud mental. 

Muchos estudios han mostrado que, si puede haber una relación entre el uso excesivo de redes sociales y la ansiedad, la comparación compulsiva, y el decaer del bienestar personal. La misma acción de postear, que antes solía ser divertido y relajado, ahora se asocia con estrés y mucha evaluación antes de hacerlo. Con el contexto que ahora tenemos, el dejar de postear no es solo una pausa, sino un intento de mantener la salud mental. El desconectarse parcialmente, permite que la persona recupere el control sobre sus emociones, su tiempo y su imagen, antes de volver a un mundo que toma tanto esfuerzo personal. 

En un punto de vista cultural, nos encontramos frente a un giro bastante interesante: el regreso al anonimato selectivo, a mensajes privados, y al consumo pasivo. Las interacciones con el contenido en redes sociales han cambiado a lo íntimo, a lo efímero, a lo que no se puede rastrear. No significa que las redes sociales hayan perdido su importancia o relevancia en estas generaciones, solamente ha cambiado su función. Ya no son vitrinas al público, sino espacios para escuchar más que hablar, herramientas que podemos utilizar para observar a otros. Los usuarios en este sentido se convierten más en espectadores que en protagonistas de por si, por decisión propia pero también por saturación de información.

El silencio como una madurez digital: 

Podemos ver entonces que el silencio en redes no es carencia de contenido, o aburrimiento, sino una crítica a lo que realmente merece la atención de estas generaciones. Es revelarse ante una presión de presencia constante. El dejar de postear es, en varios casos, una afirmación de identidad: no todo necesita ser compartido, no todo se puede medir por “engagement”, no todo puede estar en una vitrina para que el público vea. 

Podemos verlo desde una perspectiva diferente a la desconexión, y verlo como un signo de madurez digital. Se trata de utilizar este sistema social siendo más conscientes, sin necesidad de renunciar a él, pero sí negociando las condiciones que existen. El futuro de las puede que no esté en la hiperactividad pública o las publicaciones constantes, sino en nuevas formas de participar desde el silencio, siendo selectivos, y así quizás, más significativos. Porque en un mundo que está constantemente hablando, el silencio también puede ser un mensaje poderoso. 

Y tú, ¿alguna vez has sentido que dejar de publicar es la mejor forma de estar presente? 

Si te interesa más contenido sobre la comunicación en la actualidad, síguenos en nuestras redes sociales como @voice_agency. 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *